• La Procuraduría de la Niñez de Durango pone en duda la autenticidad de las cartas donde menores internadas en el centro DIF ‘Mi Casa’ denuncian malos tratos, aunque asegura que tomará cartas en el asunto e investigará el caso
Animal Político
“Tengo mucho miedo. En este sitio no saben tratar a las niñas. Hace tres días me escapé porque ya no aguanto más. Aquí me tratan mal. Mi abuelita me daba amor y cariño; aquí, solo insultos, regaños y malos tratos. Ellas no me saben cuidar. Solo quiero estar en los brazos de mi abuelita. Ayuda, por favor”.
Arely, una menor adolescente de Durango a la que se le cambió el nombre para proteger su identidad, escribió este llamado de auxilio en una carta a la que tuvo acceso este medio. Se trata de un escrito denunciando una mala atención y malos tratos del personal de ‘Mi Casa’, un albergue del DIF , –uno de los dos que hay en la capital de Durango– donde viven menores de entre 12 y 17 años que, previamente, fueron violentadas en sus hogares de múltiples formas por sus familiares.
Adolescentes consignan en cartas abusos en albergue del DIF Durango
Carmen, otra adolescente a la que se le modificó el nombre, como a todas las demás, escribió en otra carta:
“Por las mañanas, la consejera del turno nocturno me pega para despertarme y me tira de la cama. Me grita: ‘vales madre, pinche mocosa’. Le respondo que me siento mal por el medicamento que me dan y me dice que le vale madres. Me gritonea en la cara, me hace sentir inservible, y me ha pegado en la espalda. Tengo miedo porque la protegen”.
Y Estela escribió en otra misiva:
“Con el medicamento me siento todo el día dopada. Tengo dolores de cabeza muy fuertes. Me siento mareada y no me da hambre. La enfermera me dice que ese medicamento es necesario, pero yo siento que me da demasiado”.
Estos fragmentos fueron extraídos de tres cartas, de las ocho que escribieron a mano las adolescentes y de las que Animal Político también guarda copia.
Castigos y maltrato a menores en albergue del DIF Durango, denuncian extrabajadores
Por otra parte, además de las misivas, personas que trabajaron en el centro ‘Mi Casa’ dijeron en entrevista con Animal Político que atestiguaron esos actos de malos tratos que denuncian las menores, así como “castigos”, como no permitir a las niñas ver a sus familias o a las madres adolescentes no ver a sus hijos, mismos que denunciaron ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y por lo que, aseguran, fueron despedidas. Asimismo denunciaron que personal de enfermería “sedaba” a las menores sin que hubiera una justificación médica, o una receta.
“Las narcotizaban para que ya no dieran lata”, dijo una fuente.
“Una niña me decía que le habían quitado sus pertenencias como castigo, su dinero y otros objetos, y tenía miedo de decir algo porque la psicóloga del centro le dijo que a lo mejor ya no se iba a ir con su familia. ¡Por Dios! Eso es jugar con las niñas”, expuso otra exempleada, que también dijo que las condiciones del centro del DIF “son indignas” para las menores, pues el inmueble se encuentra en mal estado de conservación y de instalaciones, con fugas de agua constantes y baños en mal estado y sin puertas.
Mientras que personal que aún está laborando en el centro, y que también pidió anonimato para no perder su empleo, corroboraron situaciones “indebidas” al interior del centro ‘Mi Casa’, como que una agente de policía armada redujera en agosto pasado a una adolescente de 15 años en plena calle, a la que tiró al suelo, le puso las rodillas sobre la espalda, y esposó. Hecho que quedó registrado en un video que se hizo público recientemente en redes sociales y por el que el Senado de la República, a través de su Mesa Directiva, exigió el 23 de noviembre sanciones para las personas responsables del centro.
Tomamos “cartas en el asunto”, responde gobierno de Durango
Ante este video, el gobierno del estado de Durango, que dirige el priista Esteban Villegas, emitió un comunicado en el que aseguró que ya tomó “cartas en el asunto” removiendo a dos funcionarias del DIF por una contención inapropiada de la situación”, y atendiendo las recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, a partir de las cuales solicitaron “capacitación adecuada de personal (del DIF) e investigación a elementos de la Secretaría de Seguridad Pública por falta de aplicación de protocolos adecuados”.
Por su parte, en entrevista con este medio, la procuradora de la Niñez de Durango, Laura Cecilia Rodríguez, puso en duda la autenticidad de las cartas y refirió que las denuncias realizadas por extrabajadores del centro la lleva a pensar que todo puede tratarse de “una campaña de desprestigio”, aunque subrayó su obligación es tomar cartas en el asunto e investigar el caso.
«Quieren fugarse porque no están bien»
Victoria tampoco se llama así. Aunque ya no trabaja en el centro ‘Mi Casa’ asegura que teme represalias si se revela su verdadera identidad. En entrevista, la mujer explica que ella, como parte de un equipo multidisciplinario, fue quien retiró a varias de las adolescentes de sus domicilios para internarlas en el centro porque sus familiares las maltrataban, abusaban de ellas, o las violaban.
“Lo que me da mucho sentimiento es que se supone que nosotras las sacamos de ese infierno, de ese espacio violento… y que a donde las llevamos a ese albergue del DIF resulta que todavía está peor”, dice la mujer, que rompe a llorar.
“Son adolescentes que han sufrido mucho maltrato ahí afuera”, agrega. “Maltrato por la gente, la sociedad, por su propia familia, y no es justo que ciertas personas de ese albergue, como la psicóloga, la enfermera, o incluso las trabajadoras sociales, las violenten más aún mediante maltratos y manipulaciones”, agrega Victoria.
Por ejemplo, en concordancia con lo que señalan varias de las menores en sus cartas de auxilio, en las que dicen que están “sedadas” buena parte del día, Victoria asegura que también fue testigo de esa situación.
“Vi a una niña totalmente sedada. Yo me preguntaba: ‘bueno, por qué la tienen así de drogada’. Y le pregunté a la enfermera por los registros y las recetas médicas, para ver por qué la estaban medicando hasta ese punto. Pero me respondió que no, que no había recetas, ni registros de nada”.
Otra exempleada del centro también dijo en un escrito que envió pidiendo “auxilio” a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, y del que este medio guarda copia, que había casos de menores “sedadas” y también “intoxicadas con medicamento para que tengan emergencias y de esta manera hacer que corran a consejeras (empleadas del centro)”.
María, otra exempleada a la que se le modificó su verdadera identidad, dice que una de las adolescentes se le acercó y “con mucho miedo a hablar” denunció que una enfermera del centro llegó en la noche “y le suministró un sedante en la rodilla y que otra chica lo atestiguó todo”; situación que también queda reflejada en una de las cartas de las menores.
Esta misma extrabajadora del DIF asegura que otras tres adolescentes se le acercaron para denunciar malos tratos y amenazas de no volver nunca con sus familias si se portaban mal, motivos por los que habían intentado fugarse del centro en varias ocasiones.
“Cuando llegué al centro me dijeron que las chicas se querían fugar todo el tiempo. Y yo dije: ‘pues qué raro, pero si acá se supone que les damos una buena vida, o al menos una vida mucho mejor que las que tenían en los hogares donde las violentaban. ¿Por qué se querrían fugar?”, se cuestiona.
“Pero luego me di cuenta de que las chavas, en lugar de sentirse seguras ahí, lo que quieren es irse a toda costa, porque no están bien”, subraya. “Son niñas que vienen de contextos horribles, que las violaron sus padres, sus hermanos, o que las tenían esclavizadas vendiendo dulces en las calles, y cosas así. Pero no quieren estar en el centro porque ahora es el Estado el que las violenta de nuevo”.
Alicia, quien aún labora en el centro, corrobora que ha visto casos en los que algunas empleadas del centro utilizaban “violencia física” para corregir a las adolescentes, además de violencia verbal, con insultos y amenazas. También dice que ha sido testigo de castigos, como levantar a las menores a las cuatro de la mañana y sacarlas al patio, como represalia por algún mal comportamiento, o por decir supuestamente mentiras.
Precisamente, sobre esto último, varias de las menores denuncian en sus cartas que fueron aisladas del resto por decir que tres empleadas del centro llegaron una noche en estado de ebriedad y sedaron a una de las adolescentes.
“La enfermera mandó a decirle a una consejera que no me dejara salir en todo el día de la villa; me aisló de las demás por dos semanas y sin salir. Me quitó mis pulseras. La psicóloga habló conmigo y me dijo que eso (que las empleadas iban tomadas y que sedaron a una menor) era una mentira y me pedía que reconociera que yo había mentido”, escribe la menor.
Otra exempleada cuenta que otra forma de castigar a las menores es quitarle sus pertenencias, o lo que le mandan familiares.
“El problema es que nadie, o casi nadie, escucha las necesidades de estas adolescentes. Al contrario, lo primero que dicen quienes trabajan en ese centro es: ‘ah, es que las niñas mienten, es que se portan mal, es que son tremendas’”.
“No se dan cuenta de que no tienen ni idea de resguardar los derechos humanos de unas niñas que son víctimas de muchos abusos”, concluye la extrabajadora.
La respuesta de la Procuraduría
Ante estas denuncias, Animal Político entrevistó a la Procuradora de la Niñez del estado de Durango, Laura Cecilia Rodríguez Franco, para cuestionarle al respecto.
–Procuradora, ¿ustedes conocen el contenido de las cartas donde las menores denuncian malos tratos? -se le pregunta.
–Respecto a las cartas, desconozco si realmente sean auténticas o no, también por la forma en que las hicieron llegar. Me preocupa mucho que, si un extrabajador o trabajador en activo tuviera conocimiento de un hecho ilícito, pues no presentara ante un agente del ministerio público la denuncia correspondiente y con las evidencias, para que sea la autoridad la que pueda determinar la autenticidad o veracidad de las cartas.
También hay que decir que ha habido algunas rescisiones de contratos (en el centro Mi Casa) que no han sido del agrado de algunas personas, y también pudiera pensar que esto también es una campaña de desprestigio de estas personas hacia el centro. Aunque, claro, mi obligación es actuar en consecuencia e investigar. Pero, sí no tengo los elementos necesarios, o no se hacen llegar las denuncias por los canales adecuados, pues me atan de manos. El medio para denunciar no es a través de la prensa, sino de las autoridades.
–¿Qué saben de las denuncias sobre que en el centro se ‘sedan’ a las adolescentes?
–Sobre esto, hay que puntualizar que las jóvenes son muchas pacientes psiquiátricas. Todas, cuando ingresan pasan por una valoración de un psicólogo y de un médico. Y cuando se detectan casos de ansiedad o de cualquier otra situación que no pueda ser controlada mediante una terapia, entonces se remiten al psiquiatra especializado en menores, y éste extiende un tratamiento específico. Y la responsabilidad de las cuidadoras y de la enfermera del centro es vigilar que tomen puntualmente sus medicamentos.
–¿Ustedes, en las investigaciones que están realizando del caso, detectaron evidencias de posibles malos tratos?
–Tenemos que partir de la raíz de que estas menores que tenemos con nosotros son jóvenes que vienen de contextos muy difíciles. Son niñas que llegaron sin ninguna red de apoyo. Y, a veces, estas niñas sienten como una agresión el hecho de ponerles reglas, porque vienen de un abandono total. Pero nosotros tenemos ejercicios mensuales en el que les preguntamos a través del área de atención psicosocial cómo se sienten. Y tenemos cartas, precisamente, donde un 80% de las 46 niñas del centro dicen sentirse cómodas y seguras en el centro. Entonces, respondiendo a la pregunta, no tenemos un caso que hayamos detectado, o que nos hayan denunciado malos tratos. Ni tampoco ninguna denuncia formal.
–¿Desea añadir algo más?
–Es bien importante señalar que hace 7 años que se abrió este centro. Estamos cumpliendo con todos los estándares de calidad, aunque sí es un realidad que cuando llegamos llevaba 6 años en el abandono. Me refiero a infraestructura, a que encontramos mutilada la infraestructura orgánica. Pero estamos trabajando para mejorar. Hemos tenido que hacer muchos cambios y no hemos sido omisos. Por ejemplo, hay 5 denuncias presentadas por su servidora ante la Fiscalía del Estado por vulneración de derechos humanos de niños en los centros y de esas ya tenemos obsequiada una vinculación a proceso. Estamos trabajando.