* Los investigadores descubriero que, para elaborar los bálsamos, combinaban productos naturales e ingredientes odoríferos, como aceites, grasas, cera de abejas y betún que se mezclaron con resinas pináceas
Excélsior
La civilización egipcia, una de las más antiguas del mundo no deja de sorprender a los investigadores, pues cada vez se descubren más y más particularidades de la que alguna vez fue la sociedad más importante del mundo hasta su inevitable declive.
Y es que ahora, un equipo de investigadores logró identificar el “olor de la eternidad” tras realizar un minucioso análisis de los residuos de bálsamo hallados en unos vasos que en el pasado contuvieron los órganos momificados de una dama del antiguo Egipto llamada Senetnay, quien vivió hace 3500 años.
Los órganos de la mujer ya no se encontraban en los recipientes hechos de piedra caliza, hallados en una tumba del Valle de los Reyes, en el sur de Egipto, por el arqueólogo británico Howard Carter hace más de un siglo, sin embrago, aún conservan parcialmente restos de los bálsamos en su interior.
Así, los científicos extrajeron muestras y descubrieron que, para elaborar los bálsamos, combinaban productos naturales e ingredientes odoríferos, como aceites, grasas, cera de abejas y betún que se mezclaron con resinas pináceas.
El aroma conseguido es uno de los más complejos jamás identificados en una época tan temprana del antiguo Egipto.
«Estos ingredientes complejos y diversos, exclusivos de este período temprano, ofrecen una comprensión novedosa de las sofisticadas prácticas de momificación y las rutas comerciales de gran alcance de Egipto», sostuvo en comunicado Christian E. Loeben, egiptólogo y curador del Museo August Kestner, en Hannover, Alemania.
Para quienes estén interesados en oler el pasado el bálsamo estará en exhibición en el Museo Mosgaard en Dinamarca, en donde será posible podrán encontrar y experimentar de primera mano lo que los investigadores han llamado «el aroma de la eternidad».