Xalapa, Ver

Por violencia, miles abandonan sus casas en Chiapas

* Iglesia católica estima la cifra en más de 3 mil

Animal Político

El martes por la noche, los habitantes de Nueva Independencia, en el municipio chiapaneco de Frontera Comalapa, colindante con Guatemala, escucharon disparos. Hombres armados se estaban metiendo a unas casas y se llevaron a cinco personas. Sus familiares pidieron el auxilio de la comunidad, que se los negó. “Sabemos que estos hombres estaban ‘metidos’, por esto decidimos no apoyar. Esto no quiere decir que no duela, porque son personas de la comunidad y nadie tiene derecho a hacer esto”, dice una habitante.

A partir del día siguiente, en esta localidad que todo el mundo conoce como Lajerío se desató el caos: los enfrentamientos empezaron a las 9:00 de la mañana y terminaron a las 6:00 de la tarde. El miedo se movía también por las redes sociales, que difundían el rumor de que iba a haber reclutamientos forzados. La gente empezó a abandonar sus casas y a contar los muertos, entre ellos, un adolescente de 15 años que en un momento de aparente calma salió a su patio para tomar agua y fue encontrado por una bala perdida, que atravesó su ojo.

“La familia no encuentra consuelo, no se lo pueden creer. Estamos con el corazón partido desde que llegaron a invadir nuestra colonia”, dice la pobladora de Lajerío, vía telefónica. Dejó su hogar en la mañana del viernes con otras 10 personas de su familia, incluyendo algunos niños, porque se dieron cuenta de que en el poblado casi no quedaba nadie y les avisaron de que se iba a poner peor. Se escaparon a un cerro y desde la cueva en la que se refugiaron podían escuchar las detonaciones de las armas y de las bombas resonar muy cerca.

Fue hasta el día siguiente que bajaron otra vez a su casa, desayunaron y agarraron sus credenciales y algo de ropa, dejando atrás sus animales, sus parcelas, su vida cotidiana. Caminaron un par de horas hasta llegar a otra comunidad, atiborrada de desplazados que encontraban apoyo en la población y en la Iglesia católica, mas no atención por parte de las autoridades.

De acuerdo con la Iglesia, desde la semana pasada más de 3 mil habitantes del municipio de Frontera Comalapa han sido desplazados de sus hogares y algunos siguen refugiados en las cuevas, donde se les están entregando despensas. Son originarios de Lajerío y de otras comunidades como la cercana Candelaria, de la que buena parte de los pobladores huyeron ante los rumores de que el Cártel de Sinaloa iba a intentar entrar en su avance rumbo a la cabecera municipal.

Hasta el sábado, las entradas de la cabecera municipal estaban resguardadas por los bloqueos del Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ), brazo social del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), formado por miembros de organizaciones sociales locales que han sido obligados a integrarse a sus filas. Durante unos días, la gente estuvo resguardada, ante las amenazas difundidas por WhatsApp y a través de lienzos colgados en las calles, que exigían no salir hasta este domingo. Desde sus hogares, los pobladores veían unos tanques hechizos blindados que llaman “monstruos” pasear por Frontera Comalapa.

“Ayer por la mañana avisaron por WhatsApp de que iban a dejar salir de las casas durante un par de horas, para que la población pudiera comprar víveres”, cuenta un hombre que vive en la cabecera municipal. “Hoy la gente empezó a salir a la calle, hay mucha tensión, pero hasta ahora en el pueblo no ha habido enfrentamientos. Lo que está pasando es realmente muy preocupante; al mismo tiempo, creo que hay que tener cuidado pues están circulando muchos falsos avisos”.

La violencia arreció durante una semana

Frontera Comalapa colinda con Guatemala y es un territorio donde se trafican drogas y personas, y con un subsuelo rico en recursos naturales. De acuerdo con fuentes locales, el norte del municipio está controlado por el Cártel de Sinaloa, mientras que la cabecera municipal y la zona fronteriza con Guatemala están ocupadas por el CJNG. El estallido de la semana pasada presuntamente fue debido a la intención del Cártel de Sinaloa de entrar a la cabecera municipal.

 

Allí no opera un gobierno elegido por el pueblo sino un Concejo Municipal nombrado por el Congreso del estado, siendo que a causa de la inseguridad no se celebraron las elecciones en junio de 2021 ni en abril de 2022, cuando fueron convocados comicios extraordinarios en cuatro municipios. En 2024 terminará el mandato del Concejo Municipal y es en este contexto que se da la embestida del Cártel de Sinaloa.

 

“Los cárteles imponen a la población local cortar carreteras con cualquier pretexto. Obligan a los comisariados a mandar a los bloqueos a cinco personas por cada ejido, y si no lo hacen los desaparecen”, afirma una pobladora que se desplazó de Comalapa hace un par de años, cuando empezaron los enfrentamientos. “De esta forma las organizaciones criminales se van a poder confrontar libremente sin que llegue el Ejército, y los militares pueden decir que no pudieron intervenir porque la carretera estaba bloqueada”.

 

El pretexto del bloqueo de los pobladores que el Cártel de Sinaloa impuso el miércoles en Chamic —un punto estratégico a lo largo de la carretera federal 190, que llega hasta Guatemala, escenario de muchos enfrentamientos— fue la exigencia de justicia por la desaparición de un dirigente transportista local. Tras su instalación, empezaron los tiroteos y la avanzada del Cártel de Sinaloa rumbo a la cabecera municipal, hasta ocupar Lajerío, que se encuentra a una hora de Frontera Comalapa y anteriormente estaba controlado por el CJNG.

Las raíces del conflicto

Desde hace un par de décadas, en Frontera Comalapa está presente el Cártel de Sinaloa y sucesivamente también el CJNG empezó a traficar en la región. Las tensiones entre las dos organizaciones criminales estallaron en julio de 2021, cuando en Tuxtla Gutiérrez fue asesinado Ramón Gilberto Rivera Beltrán, ‘el Junior’, hijo del ‘Tío Gil’, exlugarteniente del Cártel de Sinaloa.

 

Desde entonces los enfrentamientos se volvieron frecuentes e incrementaron los asesinatos y las desapariciones. El terror apareció en la vida de los habitantes: en los ríos donde descansaban durante los fines de semana y en los canales del distrito de riego empezaron a encontrar cadáveres flotando, el ruido de las balaceras se volvió una constante y se multiplicaron los relatos sobre vecinos desaparecidos. La economía de las familias empeoró: las cuentas dejaron de cuadrar por el pago del derecho de piso, el miedo obligó al cierre de los negocios y al desplazamiento.

Muchos de los negocios y de las casas que se ubican a lo largo de la carretera internacional que lleva a Guatemala se encuentran abandonados, algunos baleados y saqueados. El turismo, que representaba la principal fuente de entrada para buena parte de los pobladores de la localidad Lagos de Colón, se hundió, a lo que ahora se suman los miles de desplazados de Frontera Comalapa.

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