* En entrevista con Proceso antes de presidir su última sesión en el INE, Lorenzo Córdova Vianello reflexiona sobre su labor al frente del organismo electoral y las consecuencias para la democracia mexicana si prospera el Plan B del presidente Andrés Manuel López Obrador
Proceso
Lorenzo Córdova Vianello se fue del Instituto Nacional Electoral (INE) y el escenario que proyecta es sombrío: “Son tiempos en los que el Estado persigue a quienes piensan distinto o no se subordinan al poder; también hay vocación autoritaria, y con frecuencia su referente es la resistencia al llamado Plan B”.
Va más allá: si el Plan B se impone, generará problemas, debido a la falta de consenso en las nuevas reglas entre los partidos políticos que deben acatarlas; en tanto, si fracasa, como él mismo espera debido a las presuntas inconstitucionalidades que contiene, el camino será la descalificación previa del proceso electoral, pues el presidente Andrés Manuel López Obrador dirá que habrá fraude electoral… Exactamente con lo hizo Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil.
Son las últimas horas de Córdova Vianello en el INE, el despacho de la presidencia ya es impersonal. La entrevista con Proceso se desarrolla momentos antes de asistir a su última sesión de Consejo General, el jueves 30 de marzo último, cuando se despediría por anticipado del pleno que presidió desde que en 2014 el INE fue creado en reemplazo del antiguo Instituto Federal Electoral.
¿Alguna emoción de nostalgia o de júbilo?, se le pregunta y responde que el único sentimiento es de satisfacción.
“Yo me voy muy tranquilo, aunque consciente de que son tiempos en los que desde el Estado se persigue a ciudadanas y ciudadanos por el solo hecho de pensar distinto, o bien por no subordinarse a los designios del poder. Pero afortunadamente seguimos teniendo Estado de derecho, un Poder Judicial independiente de los otros poderes”.
Antes de avanzar en la reforma electoral, que bajo su presidencia el INE controvirtió y obtuvo una suspensión, es preciso preguntar sobre “los tiempos”. Lo dijo en entrevista con Proceso en enero (edición 2413), cuando mencionó que espera la persecución. Lo ha repetido en diferentes entrevistas durante el carrusel de la última semana y sobre el asunto se le inquiere una vez más. Córdova responde:
“El producto de la publicación de esa charla fue que, desde los máximos espacios del poder político se nos dijo que no nos preocupáramos, que no era persecución; yo creo que eso es una advertencia, hay que preocuparnos”, dice.
Por entonces, un alud de auditorías era su argumento. Al fin de su ciclo añade otro: que el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez, anunció que, si los consejeros salientes cobran su liquidación, serán denunciados por la vía penal.
“No sé qué tiene qué ver el titular de la UIF con asuntos electorales, pero en este contexto (él) lanza una amenaza directa, sin medias tintas. Creo que es lo que va a ocurrir, lamentablemente, porque eso parte de la vocación autoritaria en el ejercicio del poder”, advierte.
“Los grandes retos del INE –sostiene– pudieron superarse adecuadamente” y su evidencia es que, a 331 procesos electorales de distancia, no hubo conflictos poselectorales, sólo litigiosidad inherente a la competencia propia del sistema político.
Sucesión
La incertidumbre sobre quién iría al relevo de Lorenzo Córdova y otros tres consejeros electorales se mantenía al momento de la entrevista. El desacuerdo público entre fuerzas políticas resultó en el empleo de una herramienta constitucional, pero inusual: la insaculación, que favoreció a Guadalupe Taddei, exconsejera electoral del organismo local de Sonora.
Pero en ese momento Córdova decía no tener favorita entre las mujeres que se perfilaban, todas conocidas por venir de los organismos públicos locales o del propio INE.
Inclusive hace una larga remembranza de su relación familiar con las Alcalde Luján, pues sus padres, y los padres de Bertha Alcalde fueron compañeros de lucha; Luisa María, la secretaria del Trabajo, una “buena alumna” en la UNAM.