* Según la base de datos de libre comercio internacional de Estados Unidos (USA Trade Online), entre enero y agosto de 2020, llegaron 44 mil 173 toneladas de residuos plásticos a 15 países latinoamericanos en 35 contenedores diarios
EXCELSIOR
CIUDAD DE MÉXICO.- América Latina y México van en camino a convertirse en el nuevo destino de la basura plástica a nivel mundial, en especial de Estados Unidos, a partir de que en 2018 China cerró sus fronteras a este tipo de importaciones, para dejar de ser el vertedero del planeta, alertó la Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA, por sus siglas en inglés).
De acuerdo a un informe elaborado por el colectivo que agrupa a 130 organizaciones ambientalistas de América Latina y el Caribe, en plena pandemia de Covid-19, los envíos de desechos plásticos provenientes de Estados Unidos a la región aumentó 100 por ciento, principalmente a México, El Salvador y Ecuador, debido a vacíos legales y falta de controles en las fronteras.
Según la base de datos de libre comercio internacional de Estados Unidos (USA Trade Online), entre enero y agosto de 2020, llegaron 44 mil 173 toneladas de residuos plásticos a 15 países latinoamericanos en 35 contenedores diarios. Lamentablemente México ocupa el nada honroso primer lugar con 32 mil 650 toneladas, que equivalen al 73.91 por ciento de los arribos.
En entrevista con Excélsior, Larisa de Orbe, presidenta de la Academia Mexicana de Derecho Ambiental, explicó que la problemática creció a pasos agigantados a partir de la firma del T-MEC, que dejó a los desperdicios municipales libres de aranceles.
Detalló que lo anterior provocó que ahora recibamos una revoltura de todo, en particular de estados fronterizos como California, incluidos plásticos no reciclables, sucios y halogenados; basura electrónica o desechos de la pandemia de Covid-19, que son considerados Residuos Peligrosos Biológico-Infecciosos (RPBI).
«Claro, las caretas, los cubrebocas, los guantes, todo eso, puede llegar bajo esta partida libre de aranceles a las fronteras», alertó.
La también directora de la agrupación Acción Ecológica, advirtió que las autoridades mexicanas ven a la incineración de los residuos en hornos cementeros como un reciclaje químico, que considera erróneamente como economía circular, porque genera empleos y supuesta energía limpia.
Mientras que a Estados Unidos le resulta actualmente más económico y políticamente viable mandar los residuos a México, porque ya nadie quiere tener un relleno sanitario a la vuelta de su casa, por lo que hay protestas y cada vez hay más resistencia por parte de la comunidad.
Convenio Basilea
Larisa de Orbe recordó que en enero de 2021 entró en vigor una enmienda para los plásticos en el Convenio de Basilea, que tiene como objetivo proteger la salud humana y el medio ambiente frente a los efectos adversos por la generación, movimientos transfronterizos y gestión de los residuos peligrosos.
«En esta enmienda se incluyó a los plásticos, debido a la preocupación por la contaminación y la creciente exportación de residuos plásticos de países desarrollados a países más pobres, luego de que China decidió cerrar sus fronteras, y eso hizo que los grandes generadores voltearan a ver a América Latina», comentó.
Ante esta situación, indicó que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), deben aplicar medidas de control severas en las aduanas, porque los países receptores de la basura plástica deben dar su consentimiento informado para las importaciones y las empresas demostrar la no peligrosidad de los residuos.
«Estamos haciendo en estos momentos las solicitudes de información, sobre todo a la Profepa, para conocer cuántas empresas han rendido informes de no peligrosidad de lo que están importando», señaló.
La presidenta de la Academia Mexicana de Derecho Ambiental hizo un llamado a las autoridades ambientales y sanitarias del país a que volteen a ver este tema, que se establezcan regulaciones para que en las fronteras se puedan monitorear y verificar los plásticos que están ingresando, para garantizar que realmente van a entrar a un proceso de reciclaje.