* La Selección Mexicana consiguió la cuarta medalla para la delegación azteca en JJ.OO
EL UNIVERSAL
Algunas lágrimas recorrieron las mejillas tricolores mientras Alexis Vega festejaba el gol que marcó con ese certero cabezazo (58′). Faltaba más de media hora por jugar, pero en la cancha, en la banca y hasta en el palco de honor se supo que ese tanto fue el que aseguró la histórica medalla de bronce para la Selección Mexicana.
Eso explicó que apareciera el néctar de la felicidad. Victoria sobre Japón (3-1) que dio al Tricolor la cuarta medalla de bronce mexicana en los XXXII Juegos Olímpicos.
No fue la de oro, no se repitió la hazaña de aquel inmortal equipo que se bañó de oro en Londres 2012, pero lo de los dirigidos por Jaime Lozano también es una de las páginas más gloriosas en la historia del balompié nacional. Lo es porque apenas es la segunda vez que el futbol varonil tricolor se sube a un podio olímpico.
Presea número 73 para México en la historia del máximo evento deportivo en el orbe, cuarta (todas de bronce) en Tokio 2020.
Logro que cimbró los corazones de un grupo que no dejó de creer en sí mismo, pese al intento de autodestrucción que significó la llegada de Catalina Serna, esposa del «Jimmy» Lozano, a quien todos los futbolistas dieron un efusivo abrazo tras el silbatazo final del árbitro etíope Bamlaku Tessema Weyesa. El último partido de su etapa en este representativo fue el más dulce, porque lo llevó al olimpo.
El anfitrión fue superado desde los primeros minutos. A diferencia de lo sucedido en la etapa grupal, sobre el mismo césped de Saitama, el Tricolor dominó y lo reflejó pronto en el marcador.
Vega se internó en el área nipona y fue derribado. Penalti convertido por la tranquilidad de Sebastián Córdova (13′).
El propio volante del América confirmó ser una de las piezas clave en el bronce con aquel preciso servicio rematado por Johan Vásquez (22′), quien saldó deudas por el penalti fallado ante Brasil en la semifinal.
Es por eso que no hubo uno solo de sus compañeros que no fuera a felicitarlo. Fue el mejor zaguero tricolor en el certamen olímpico y recibió justo premio.
Ese que se oficializó con el tanto de Vega, porque el de Kaoru Mitoma (77′) sólo sirvió para dar cierto dramatismo al duelo, pero Guillermo Ochoa se encargó de aniquilar las ilusiones niponas.
El anfitrión perdió el bronce, tal como sucedió hace 53 años en México 1968. Ironías del futbol, aquella vez, Japón le arrebató el bronce al Tricolor. Ahora, la historia se invirtió.
Por eso, las lágrimas recorrieron las mejillas tricolores. El equipo de Lozano ha escrito historia. Es apenas el segundo representativo mexicano que llega al podio olímpico.